sábado, 14 de mayo de 2011

Llegar

La madre de Damián camina apurada. Está llegando tarde, y el nene no avanza nunca. Ella intenta ponerlo a su mismo ritmo. Pero ¿por qué iba a entender Damián, de cuatro años, la importancia que tenía la impuntualidad? Si era mucho mejor quedarse en la plaza jugando ¿Por qué alguien iba a querer irse de ahí?
La madre lo seguía incitando para que avance, y el nene seguía retrasando la partida.
Si recién habían llegado, ¿Cuál era su problema...?
La respuesta a esa pregunta no se le ha ocurrido nunca a la madre. Tal vez porqué, simplemente, no se puso a pensarlo nunca; no se puso a pensar en lo que pensó Damián, ni se preguntó lo que él se preguntó. Y el por qué de que nunca lo haya reflexionado, es tan simple que no hace ni falta explicarlo.

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