Me inundan las ganas de publicar una entrada a las doce y media de la noche menos dos minutos, y que suene aunque sea un poco coherente. La inspiración no viene sola, se encuentra trabajando (esa frase fue inventada por alguien cuyo nombre no recuerdo; igual, ni siquiera era así). No se me pasa nada normal por la cabeza. Son las doce y treinta y tres ahora, el blog está tres minutos adelantado, pero la hora publicada dice cualquier pelotudez, como yo ahora.
No estoy de acuerdo con la toma del colegio, pero no quiero tener castellano una semana más en mi vida, menos ahora que tendría que tener una excusa demasiado buena por la cual no hice el trabajo de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, y no la tengo (Ni la voy a tener, porque demasiado buena para Franco es casi imposible. Además, miento mal). Así que, que tomen, total, mi opinión es, tal cual dijo mi hermana, como arroz de aire (qué linda la nena, así de rara como su familia). Doce y cuarenta, dormite.
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