
Vivía en un pueblo cuyo nombre desconocía. Bueno, ¿Como podría reconocer algo que estaba escrito sin saber leer? En fin, el animal de vestido mostraba una sonrisa diaria, cada vez que nos encontrábamos. Me caía bien. Era un animal realmente extraño; jamás pude ver su piel, excepto su cara. No se porqué se cubría.
Hablaba raro, y caminaba con dos de sus patas; con las otras me acariciaba, eso me gustaba. Yo al principio me alejaba de él; era lógico que no me llevara bien con lo mas extraño que hubiera visto nunca, y parecía querer matarme. Tardé algo de tiempo en tomarle confianza. Cuando lo logre, también pude darme cuenta de donde me encontraba. Estaba atrapado en un lugar de tierra rodeado por vallas blancas, estuve estancado ahí desde la primera vez que vi al animal extraño. No me acuerdo como llegue a ese lugar.
Unos días después de que entre en confianza con él, el animal trajo algo en las patas con las que me acariciaba. Era largo y fino, me recordó a las serpientes, pero áspera. Cuando se acerco a mi con eso, dudé de él otra vez, ¿Estaría jugando conmigo? Eché mi cabeza para atrás, pero él paso su brazo sosteniendome y me acercó a la serpiente sin vida. No tenía idea de lo que podría hacerme con eso, tuve miedo otra vez. El animal paso la liana por mi cuello y mi hocico, la sujeto fuerte hasta que dolió. Cuando estuve sujetado, él avanzó hasta mi lomo; recorió con su mano todo su contorno hasta llegar a tocar el otro lado, el miedo me aferraba al suelo y me impedia moverme; él no parecía darse cuenta; se ocupaba de su trabajo. Sentí una tensión y tarde en darme cuenta que ahora estaba ensima mio, sosteniendo fuerte las riendas que esclavizaban. Ya no encontraba sentido a la palabra libertad. Por el extraño animal. Mi cabeza, ya inutil, recordó. Mi familia, el viento en la cara, la imagen de ella; la felicidad al correr junto a todo aquello. Sentí que jamás volvería a tenerlo. Ahora estaba atrapado entre sus brazos cubiertos, los de una criatura extraña que me llamaba "caballo" mientras agitaba en sus manos una rama dolorosa y se reía vengador. Él, que me había hecho tenerle confianza, y luego me había engañado. Ese animal: El hombre.
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