Es hembra porque tiene el pico café. Se llama Garra, es verde y azul, y la encontramos ayer en la plaza. Esperábamos lastimosamente que muriera ayer, por el estado en el que está, pero no lo hizo. Está enferma, casi obviamente, desde la barrera entre el 2011 y el 2012, gracias a la pirotecnia (que la amo tanto). No vuela ni mastica como sus compañeras, duerme (en éste momento) adentro de una caja de plástico agujereada, agarradas las patas a una rama que es especialmente suya ahora. Sale de paseo por el jardín tres veces al día y le gusta subirse a las manos y agujerearlas (aunque eso no lo hace a propósito) con sus uñas para sostenerse. Por su especie, come semillas, verduras y pan, pero hay que dárselo porque sola no puede. No estoy segura de que vea, pero si de que tiene esperanzas de volar. No parece incómoda acá, si cansada. Igualmente, tengo las mismas esperanzas que ella de que pueda curarse y volver a juntarse con las demás cotorras.
Ahora solo hay que esperar, a que Lauri acceda a llevarla al veterinario, o preferentemente, a que vuelva a estar bien.
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